Este blog debe su nombre, en parte, y como ya les he contado,a la gracia que me causó oír por primera vez cómo llamaban en España al artilugio que usamos los surfistas para estar unidos a la tabla. Ese implemento cuyo "invento" causó una revolución en el surf al permitir conservar la tabla cerca después de caerse de una ola, y que ha evolucionado hasta convertirse en lo que es hoy: un accesorio liviano, cómodo y utilísimo. No siempre fue así; los primeros "inventos" eran demasiado elásticos, lo que representaba un peligro para la integridad física de los innovadores que empezaron a usarlo, porque en aquellos tiempos las tablas eran de un material mucho más duro y además pesaban mucho más que ahora. Imagínense salir boqueando de un revolcón en busca de aire, sólo para ver tu tabla dirigirse hacia tu cabeza como un proyectil, impulsada por el bendito "invento"...Además los materiales usados no eran cómodo ni seguros, un revolcón muy fuerte podía rasguñarte el tobillo o romper el invento.
Pero eso es historia antigua. La otra razón por la que le puse este nombre al blog es a raíz de una experiencia que viví hace unos cuatro años en Punta de Lobos, una muy buena playa para surfear en Chile central. En aquel entonces practicaba casi todos los días y estaba mental y físicamente preparado para los días de olas grandes. Tenía un buen equipo y mucha motivación. Cada día empujaba un poquito más mis límites...Un día que salí de casa a mirar las condiciones encontré las olas con las que todos los surfistas soñamos. Nada de viento, el mar como el aceite y olas perfectas y grandes. Corrí a casa, saqué el equipo y me fui a mi playa favorita a ver qué encontraba. Cuando llegué, no lo creía, el mar estaba alucinante. Un amigo estaba chequeando las condiciones desde el mirador, dubitativo. No había nadie en el agua. Hablamos y decidió quedarse fuera.
Pero eso es historia antigua. La otra razón por la que le puse este nombre al blog es a raíz de una experiencia que viví hace unos cuatro años en Punta de Lobos, una muy buena playa para surfear en Chile central. En aquel entonces practicaba casi todos los días y estaba mental y físicamente preparado para los días de olas grandes. Tenía un buen equipo y mucha motivación. Cada día empujaba un poquito más mis límites...Un día que salí de casa a mirar las condiciones encontré las olas con las que todos los surfistas soñamos. Nada de viento, el mar como el aceite y olas perfectas y grandes. Corrí a casa, saqué el equipo y me fui a mi playa favorita a ver qué encontraba. Cuando llegué, no lo creía, el mar estaba alucinante. Un amigo estaba chequeando las condiciones desde el mirador, dubitativo. No había nadie en el agua. Hablamos y decidió quedarse fuera.
No me gustó mucho la idea de entrar solo, pero tampoco iba a quedarme mirando. Me cambié, ya iniciando el trance en el que uno se va sumiendo cuando sabe lo que le espera allá abajo. Revisé el equipo, bajé la cuesta del mirador, ya totalmente concentrado y con el switch enchufado en modo "agua", y en cuanto hubo una calma salté para cruzar remando el canal que separa el continente de los morros desde donde hay que volver a trapar y saltar (es la mejor manera de llegar a la rompiente sin mucho esfuerzo; de lo contrario, la remada desde la playa y con corriente en contra puede ser muy difícil).
Fallé al subir a los morros y tuve que dar un largo rodeo, siempre remando, para llegar al mar abierto. Lo bueno es que habían calmas muy largas y poca corriente, no me costó nada remontar hasta el lugar donde empezaban a romper las olas. Mientras remontaba, pude apreciar el tamaño: 4 metros. Joder, eran las olas más grandes en las que había estado...pero tenía mucha confianza, era uno de esos días en que uno sabe que todo saldrá bien.
Después de haber pasado un par de olas que venían del fondo me coloqué en posición, esperando la siguiente serie. Cuando llegó, dejé pasar la primera ola. La de atrás, como pensé, venía con mejor forma y fuerza. Remé con toda mi alma, con toda mi convicción y con todas las horas, días, meses y años que había invertido en mi vida para poder tirarme de cabeza en una ola como esta. Surfear es una experiencia tan intensa que casi nunca uno recuerda nítidamente las olas que surfea, pero esta transcurrió en cámara lenta. Sentí cómo mi querida gun 7'7'' entraba perfectamente en la ola, temprano como debe ser, con tiempo para pararme con comodidad y empezar a cortar la pared como si fuera mantequilla, es que no había nada de viento...para mí el tiempo se suspendió, el mundo entero se suspendió...la pared de la ola delante de mí se levantaba enorme, pero yo iba lanzado, la 7'7'' a velocidad crucero, imparable...crucé toda la sección y pasé la parte crítica de la ola, sólo para ver cómo se volvía a levantar. Me acomodé, subí e hice un pequeño snap para volver a bajar...
Aquí está registrada la secuencia de ese momento, uno de los más intensos de mi vida como surfista.
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